jueves, 24 de enero de 2013

¡Hoy mandaré todo a la mierda!

¿Y por qué no poder decir de vez en cuando "a la mierda todo"?
Acaso qué erudito del pensamiento humano prohíbe mandar todo a la mierda, ¿es un pecado? si sencillamente termino este día quejándome del vacío emocional experimentado, ¿me van a reportar en datacrédito? 
¿O quizás llegará un agente de policía chocando su bolillo contra la mano a pedir explicaciones del por qué de mi expresión?
Pues no señor, no es un delito dejar salir con toda la gana un ¡váyase a la mismísima mierda mi cabo!* o quien sea que abra los ojos más de la cuenta. 
De hecho tengo la plena seguridad de que es algo terapéutico.
¿Se imaginan cuantos enfermos de cáncer se podrían evitar esta penosa enfermedad si dejaran salir sus emociones, más aún si estas son negativas? 
Hasta en los círculos laborales se mejoraría el clima organizacional.
Piénselo, a lo mejor funcione mas un madrazo al aire relajante que una sonrisa hipócrita seguida de un fuerte dolor de cabeza.

*La referencia al cabo de la policía es la favorita de mi padre, "Ni mierda mi cabo".